lunes, 13 de octubre de 2008

Rumbo Este (31.08-02.09)

Como no quería conocer sólo las capitales escribí a gente posiblemente interesante en diferentes ciudades de Hungría y Rumania camino a Bucarest (donde me tenía que encontrar con mi amiga Anna... eso vendrá en el próximo post).

Tuve dos respuestas positivas: Una en una ciudad húngara, Kecskemét, más chica que San Rafael y la 8va más grande del país. Un par de horas es suficiente para conocerla. Lo curioso es que
al rededor de la plaza principal tiene 8 iglesias de diferentes ramas o religiones.
La Católica, la Franciscana, la Calvinista, la Piarista, la Evangélica, la Ortodoxa, la Luterana y la Sinagoga q
ue después de la ocupación nazi quedó como museo y bar!! Todavía está decorado con muebles de los 60s o 70s de la época comunista.

El maravilloso techo de la famosa fábrica de porcelana Zsolnay

Hice poco de intercambio cultural, charlas mientras cocinamos comida típica húngara y al otro día unas empanadas, fui al cine.

El cine

En fín, viví un par de días en una casa común en un pueblo no turístico.


La otra respuesta fue en Arad, que pertene
ce a Rumania porque a último momento se pasaron del bando nazi al de los aliados y así le ganaron mucho terreno a los húngaros... que todavía lo sienten. De hecho en una parte de Rumania domina el idioma húngaro y los impresos son bilingües.

Ahí llegué, después de perder una combinación de tren por culpa de que el primero venía demorado, lo cual no fue duro porque la gente era muy amable. Una viejita curiosa le preguntó a la chica que me ayudó a buscar las siguiente combinación (acá no mucha gente hablaba inglés), que de donde era yo. ARGENTINA!!! Y se puso a cantar una canción típica húngara en la que mi país es nombrado. Se nota cuando uno está en el este.

Un paseíto en el tren



Mi anfitriona me dijo a último momento que no iba a estar en la ciudad pero que me podía quedar en lo de la madre... la cual nunca atendió el teléfono. HospitalityClub no siempre funciona... Caminé un poco con todos mis bolsos (y dinero) lo cual me dió un poco de miedo. El ambiente era parecido al de la Argentina. Más quilombo y más pobreza que en cualquier otro lugar por los que pasé.

Comí en un restaurant bien de pueblo con 2 cervecitas por menos 3 euros y me tomé el tren nocturno a Bucarest.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

8 iglesias, debe ser un paraíso realmente.

Che, qué bueno el tren.. yo estoy planenado un viaje por alguno de los trenes argentinos.. sí, soy una víctima de la moda... con esto del tren para todos, tren bala, el informe de Julia y el documental de Pino Solanas! Será un paseo tan glamoroso como el tuyo?

Y aguanten las viejas copadas que nos hacen sentir como en casa. Te manda saludos la Laila!

The Tourist dijo...

El tren tiene algo romántico pero te digo que un micro es mucho más cómodo, rápido y barato.

Cómo sigue lo del rídiculo tren bala? Si puedo aportar con algo desde acá (ya que voy a ir a Francia puedo hacer una manifestación o un pequeño atentado no violento) para que eso no se concluya avisen!


Qué grande la Laila!!!! Qué bueno que siga vivita y coleando...

Anónimo dijo...

Un buen acto poético a lo Jodorowski, dale..

La verdad es que el tema está desaparecido de los medios (léase: va "viento en popa"), asique algo hay que hacer...